viernes, 7 de febrero de 2014

Las primeras atenciones a nuestros bebés

     La alegría de recibir en brazos  a nuestro primer hijo, puede ser para muchos padres, la experiencia más maravillosa e inolvidable que como adultos podemos  sentir, y definitivamente  nos cambia la vida por completo, ya que por primera vez somos responsables de otro ser humano, sin duda alguna, de nosotros dependerá su crianza y educación, y estas pueden ser las tareas más divertidas, emocionantes y gozosas, pero también uno de los desafíos más grandes que a nuestra vida haya llegado. Esta nueva personita depende absolutamente de nosotros para sobrevivir, de nuestros cuidados, y de nuestro amor.
    A su llegada, si es el primer hijo, nos sentimos asustados, inseguros y agobiados, aunque se debiera estar felices en todo momento, hay ocasiones de que eso no pasa, pudiéramos llegar a deprimirnos, preocuparnos, estar cansados y de mal humor. Pero debemos saber que estas emociones son naturales, reconocerlas, aceptarlas y expresarlas de manera positiva nos permitirá tranquilizarnos, logrando que la incertidumbre se convierta en amor incondicional hacia nuestro bebé. Disfrutar alegremente de esta etapa le permitirá percibir confianza la cual es la primera lección importante que le damos a nuestro hijo, no olvidemos que nos convertimos en sus maestros y guías para el resto de sus vidas.
    El bebé tiene una fuerte necesidad de contacto y afecto, sus padres le enseñamos desde los primeros días si el mundo es buen lugar para vivir, si se puede esperar atención y cariño.  Cuando los cuidamos satisfacemos sus necesidades y respondemos a su señales de bienestar o de molestia, el bebe aprende a confiar en la vida y a sentirse seguro.
    Es muy importante cargarlo, acunarlo, mecerlo, hablarle en voz baja, hacerlo sentir querido. A través de estas acciones, el bebé recibe el mensaje de que cuenta con alguien. De la confianza o desconfianza que pueda tener en nosotros va depender su visión del mundo cuando sea mayor. Las caricias y el contacto físico son la mejor manera de darle confianza y consuelo, de tranquilizarlo, estimularlo y de expresar nuestro amor. Si al niño lo dejamos llorar mucho tiempo puede desarrollar un sentimiento de fracaso y tristeza que tendrá consecuencias negativas más adelante. Nuestra ternura es el alimento que le permitirá crecer emocionalmente sano y aprender a relacionarse con los demás.

     En la medida en que los padres comprendamos el proceso del desarrollo del niño, nuestros sentimientos serán más positivos y nuestra capacidad de disfrutar será mayor. De nosotros depende vivir la maternidad o paternidad como una carga o como una alegría. 

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